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1. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo e visto. lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. (Juan Carlos Onetti: Bienvenido Bob)   
2. El arte, como proceso espiritual, como actuación, consiste en desprender de la realidad una apariencia orientada por la brújula del sentido estético, no de otro modo que la máquina del fotógrafo desprende una apariencia exactísima, y, sin embargo, independiente, de los objetos colocados en su campo. El toque del arte consiste en erir a la Naturaleza en su talón de Aquiles, en ese punto vulnerable, sensible, cuyo contacto -así también en la mujer; así en la caja de caudales- basta a lograr la apertura de su entraña estética. (Francisco Ayala: Interpretaciones)   
3. En aquél Macondo olvidado hasta por los pájaros, dónde el polvo y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa dónde era casi imposible dormir por el estruendo de las ormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra.(Gabriel García Márquez: Cien años de soledad)   
4. A la claridad vacilante de una bujía, sujeta en el suelo entre dos piedras, más de una docena de golfos, sentados unos, otros de rodillas, formaban un corro jugando a las cartas. En los rincones se esbozaban vagas siluetas de hombres tendidos en la cama. Un vaho pestilente se exalaba del interior del agujero. (Pio Baroja: La busca)   
5. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo de por aquí. Las uertas, sobre todo son deliciosas. ¡Qué sendas tan lindas hay entre ellas! A un lado, y tal vez a ambos, corre el agua cristalina con grato murmullo. Las orillas de las acequias están cubiertas de hierbas olorosas y de flores de mil clases. En un instante puede uno coger un gran ramo de violetas. Dan sombra a estas sendas pomposas y gigantescos nogales, higueras y otros árboles, y forman los vallados la zarzamora, el rosal, el granado y la madreselva. (Juan Varela: Pepita Jiménez)   
6. Juzgaba que era conveniente inspirarles temor y tratarlos con dureza a fin de evitar la confusión, el desorden, la anarquía, portadores de ruina así en los umildes tenduchos como en los grandes imperios. (Julio Garmendia: La tienda de muñecos)   
7. Cuando la puerta forrada de vinilo negro se cerró tras de mí, los ruidos del Gun and Roses quedaron atrapados dentro y me encontré con los de la calle bulliciosa, los parlantes de los veículos atronando en la noche sin estrellas y el eco profundo de los instrumentos de percusión como latigazos sobre el rumor de conversaciones dispersas, gritos y risas, y el humo de los cigarrillos como una niebla que subía del río ya seco. (Sergio Ramírez: El pipe Cabriola)   
8. He leído que en las regiones boreales, cuando llega el invierno, la congelación de la superficie de los lagos ocurre a veces de una manera súbita, por un golpe de azar que cristaliza el frío, una piedra arrojada al agua, el coletazo de un pez que salta fuera de ella y al caer un segundo después ya es atrapado en la lisura del ielo. (Antonio Muñoz Molina: Beltenebros)   
9. Ya sé que no valgo nada. ¡Figúrate! Un pobre profesor sin cátedra ni recursos; uno más del infinito ejército de licenciados en Filosofía que no tienen donde caerse muertos. (El estudiante tronado), como dice don Dimas. Se me ha ido pasando la vida y carezco de ogar. Con las pocas pesetillas de la tierruca que tengo en mi pueblo y lo que saco de las clases, apenas puedo vivir. (Antonio Buero Vallejo: Irene o el tesoro)   
10. Estaban una tarde en un huerto los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel; se allaban con ellos muchos caballeros y damas de la Corte; para solazarse y pasar el rato, idearon un juego. Había en el huerto una higuera que tenía muy pocos higos maduros; convinieron todos en que cada uno cogiese un higo y lo comiese, pero con la condición de que no lo habían de tentar antes, sino que el higo sobre que pusieren la mano fuera a la boca sin remisión, estuviese verde o maduro. (José Martínez Ruiz, Azorín: Remediar la inadvertencia)   
Calificación: puntos.   

Juan Antonio Marín Candón - Morón de la Frontera (Sevilla) | Consultas sobre esta página
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